"......... y el hombre toca su fuelle. Ensimismado. Absorto. La mirada casi triste, se podría decir. Uno solo, él y su instrumento. La solapa ligeramente levantada porque es claro que a esa hora en el bodegón ya estaba haciendo bastante frío. Apenas detrás suyo, dos parroquianos hablarán de amores, de fútbol , de política, quién sabe.....eso sí, con el funyi bien calzado.
La tranquila penumbra del momento sólo es alterada levemente por la bruma de aquel barrio perdido, el humo del café, los puchos a punto de consumirse y el fuego pasional y ardiente de aquel instante mágico.
Es, a no dudarlo, el cafetín de Homero o Discepolín traído a nuestro tiempo por la sensibilidad de un artista que más de una vez habrá aplaudido emocionado al hombre del bandoneón......"
La tranquila penumbra del momento sólo es alterada levemente por la bruma de aquel barrio perdido, el humo del café, los puchos a punto de consumirse y el fuego pasional y ardiente de aquel instante mágico.
Es, a no dudarlo, el cafetín de Homero o Discepolín traído a nuestro tiempo por la sensibilidad de un artista que más de una vez habrá aplaudido emocionado al hombre del bandoneón......"
Julio Cesar Panno
Periodista
Argentina
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